miércoles, junio 21, 2006

GUTEMBERG ALIAGA ZEGARRA

GUTEMBERG ALIAGA ZEGARRA, Nace en Sucre, (Celendín ). Profesor de Castellano y Literatura.

En el año de 1981, obtuvo mención honrosa en el concurso Nacional de “Cuentos andinos”, realizado por el Ministerio de Educación, la FAO Holanda, economía y comunidad Campesina.

En el año de 1991 obtuvo el Primer Puesto en el Concurso de Cuento “Alfonso Peláez Bazán”, organizado por la asociación Celendina, residente en Lima. En 1992 obtuvo Mención Honrosa en Cuento, en los Juegos Florales “César Vallejo”, auspiciado por la Universidad Nacional de Cajamarca.

LLANTO EN EL RIO

Aquí, sentado, observo a solas
la cabellera cana de este río murmurador.
que canta en sus burbujas
y llora en su corriente
abraza fuerte a la paja silvestre
que se viene con el viento
y cae tristemente...

Y se pierde en serpenteante cauce
por entre las peñas solitarias,
y las nubes espesas, cual copos de culpa,
cubren su lecho de mortaja blanca.

Estoy aquí, helado de pena,
observando lo que un día de niño
asustó a mi alma.

Vuelve mi espíritu a mi cuerpo
junto al río de amor que nunca olvidaré;
rondan su rivera verdes pastizales
de esperanza, amor y fe.

Río de mi jalca añeja,
donde las cumbres crecen
cuando el sol se detiene
detrás de las nubes a observarnos.

Yo te recuerdo,
pero no sé dónde, pero te recuerdo,
porque te has infiltrado en mi ser,
y te has hecho alma de mi alma,
como tu espuma que se vuelve mar.

Y porque en ti he podido observar
con emoción inefable,
mi “ñaña” alegre crecer,
y escuchar la armonía de tu grito
imitando al hombre cuando llora a carcajadas

Río ... Río...
que bañaste mi cuerpo
con agua de lluvia helada,
no me pesa haber estado a tu lado
Con mis recuerdos derramados por el suelo,
con mis ojos anegados en llanto
con mis pasos cansados
junto al alma de mi padre y de mi hermano.

Río de genio fuerte,
engreído de las alturas,
río de agua limpia,
de inspiración eterna, de marzos tristes

Ahora ya puedo irme a solas,
después de haberme confesado
sin recelo alguno,
hablarte arrodillado frente a tu cause
delante de los alisos,
en lenguaje de palabras amicales,
que aprendí junto a tu orilla,
donde tú y yo bebíamos a cántaro lleno
las melodías de los zorzales.

Quiera que la noche se convierta
en fogón apagado del recuerdo,
y otro tanto de tu alegría
para mi alma joven
de tus aguas que asciendan como un deseo
a perderse entre las infinitas cumbres.


EL SINO DEL BATÁN

En hoyo fuerte, eterno y brillante
de un labriego y agreste batán,
se muelen recuerdos con mucho afán
entre sal, pimienta y ají picante.

Devora el “chungo” en vaivén cimbreante
el último estrago del fuerte azafrán,
epicúreo esmalte de guisos y pan
nobles aderezos de la olla humeante.

Mudo testigo de ñusta amable,
ufano estás en alñar risueño
de humilde choza, tu hogar materno ...,
o quedarás palpitante, en el recuerdo eterno?



CORAZONES DE HIELO

Esta calle helada, en que duele la vida,
De día y de noche cobija en su seno
Al pobre mendigo, resignado y bueno
Que extiende su mano clamando comida ...

Atado a su pena encuentra el pordiosero
Gestos indolentes, enojo inhumano;
De espaldas al cielo, cerrada la mano,
Ajena al dolor de todo limosnero ...

En un devenir de horas, días y años,
En que el pobre hambriento nunca halla consuelo
En su larga espera de alguna migaja

Pero al fin, el indolente, con sus desengaños,
Hallará a su turno hermético el cielo
Y ¡Oh, Dios, sin bolsillos la helada mortaja!

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