miércoles, junio 21, 2006

MARCO ANTONIO CORCUERA

MARCO ANTONIO CORCUERA. Marco Antonio Corcuera Díaz nació en Contumazá el 19 de noviembre de 1917 . Hijo de la señora Teodosia Díaz Alfaro y del ilustre jurista Dr. Oscar E. Corcuera Florián. Hermano del célebre poeta peruano Arturo Corcuera Osores y del Pintor y Poeta Oscar Corcuera Osores. Pasó su infancia en las haciendas Cachil y el Salario.. cursó sus estudios primarios en la Escuela de Varones No 101 de Contumazá y luego en el Centro Educativo Pedro M. Ureña “Centro Viejo 241” de Trujillo; los secundarios, en el Colegio Nacional San Juan de Trujillo. Ingresó en la Universidad Nacional de Trujillo donde realizó parte de sus estudios de Derecho, los mismos que los concluyó en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, pero se graduó de Abogado en la Universidad Nacional de Trujillo, en el año 1945.

En 1940, cuando era estudiante de San Marcos, fue premiado en los Juegos Florales Universitarios de dicha Casa Superior de Estudios., Marco Antonio Corcuera es condecorado en noche memorable por su poemario Semilla en el paisaje, que lo presentara con el seudónimo “Gabriel Martín”

Contrajo matrimonio el 7 de octubre de 1955 con la distinguida y guapa damita trujillana Celia Magdalena García Granados, Contadora Pública de profesión, de cuyo enlace vinieron sus simpáticos hijos Marco Antonio Martín, César Justo Abraham, Justo Paúl Iván y Julio Guillermo Rafael, todos ellos destacados profesionales.


Marco Antonio Corcuera es abogado de profesión pero poeta de naturaleza. Ejerció la defensa libre con excepcional honestidad y transparencia deontológico, cuya única y halagadora ganancia fue el prestigio y la admiración de sus colegas en la ciudad de Trujillo.

Por espacio de 40 años laboró en la Fábrica Cementos Pacasmayo donde gozó del respeto y aprecio de todos los trabajadores. De esta experiencia laboral surgió su poemario en décimas titulado Piedra y Canto, publicado con el seudónimo “César Aladino”, dentro de la serie de la Revista “Cuadernos Trimestrales de Poesía” y con la ilustración de la carátula cuyo apunte pertenece al reconocido Poeta Joven del Perú (1965) Manuel Ibáñez Rossaza.
(Extraído del libro del Dr. Luzmán Salas S.: “Marco Antonio Corcuera: Presencia en la poesía peruana”)


DOS MADRES EN MI RECUERDO


Dos madres en mi recuerdo,
como dos gotas de agua;
con un solo y firme acento:
el amor que no se acaba.


Dos expresiones atentas,
dos entrañas animadas,
dos perfiles en alerta,
tan cerca que se tocaban.



Berta y Teodosia, las dos,
me parece que las viera
trajinando con amor
sobre esta sufrida tierra.


Ceñidas a sus costumbres,
cada cual a su manera,
estas dos mujeres madres
se van, pero no se dejan.


Berta en sus manos tenía
un no sé qué de hechicera,
dándole forma a capricho
a los organdís y sedas.


Con un toque de elegancia
las flores que concibiera,
como por encantamiento
brotaban de sus tijeras.


y Teodosia en el taller
de su casa era la dueña
con un brillo que envidiara
la más rutilante estrella.


Del interior de su pecho
le nacía una azucena
tan blanca, que iba dejando
por donde pasaba, estela.


Estas almas estuvieron
con sus auroras abiertas,
con sus brazos que eran almas
y sus corazones, puertas.


Les entrego lo que tengo:
mi pobre voz inserena,
el recodo de mis ansias,
mis arterias y mis venas.


Nos habremos de encontrar
algún día en el que muera
la luz que entibia los ojos
de nuestra inútil materia.


Ese día, no lejano
nos miraremos de cerca,
y nos daremos la mano
como si todo volviera.

(Extraído del libro del Dr. Luzmán Salas S. “Marco Antonio Corcuera: Presencia en la poesía peruana”)


A VECES ME RÍO

A veces me río de la vida,
del caracol de sus venas,
de sus líneas de dientes aislados,
de su relación circulatoria,
de su apéndice diario;
de su bolsa vacía
con ansia de llenarse,
del rictus de sus labios,
de su debe y haber
y de su fin, al cabo



EN LA CUESTA


En esa cuesta queda el ansia,
va el corazón a pie con su guadaña,
trina el pájaro ciego
y Dios descalzo se levanta;
suda el lomo del asno,
cae el bastón delante
y el hombre sube a trechos
con su carga a la espalda.

La cuesta enseña mucho.
¡Todos deben subir, a pie, la cuesta!




HÁGASE LA JUSTICIA

Y dijo el hombre: ¡Hágase la justicia
y la justicia fue hecha!;
y vio que era tan buena como el día;
era el octavo día de la tierra.

Y que se diera lo justo al pobre,
lo medido al rico;
que la choza quedara en el paisaje
y el castillo bajara su puente levadizo.

Habían transcurrido las edades
de la espora a la ameba y a los simios;
y el hombre vio que era su obra buena,
y descansó, después que la bendijo.

Desde entonces pasaron los camellos
por los ojos de todas las agujas
y los ricos en tropel en el reino de los cielos.
Y sucedió a la hambruna la abundancia,
y siguió a la sequía la cosecha;
y dijo el hombre: ¡Hágase la justicia!
Y la justicia fue hecha.

(Extraídos de “Poemas del ayer lejano” 1940)


A ANDRÉS ZEVALLOS

Compadrito señor: con el cumplido
que antiguo y noble trato a merecido
la persona de usted, en lo querido,

me permito llegar hasta su puerta
con esa humilde carta sin cubierta,
(Oblea, dice Palma). Llega abierta

como una mano amiga y compañera,
cual paso de un hermano que, a la vera
de su alma, detenerse, ya quisiera.

Y así poder contarle muchas cosas
que, por pasadas, siguen primorosas
como el enjambre de las mariposas.
Érase una hada, como dice el cuento,
que con su magia, desde el nacimiento,
les puso a nuestras vidas sentimiento.

Y perdone que vuelva a lo pasado.
¡No lo puedo evitar! ¿Ha terminado
lo que el azar nos tiene reservado?

Reía primavera, el sol cantaba;
los tiempos eran tiempos, caminaba
muy dentro de nosotros, como lava

hirviente, (es ¿sueño calcinado?)
el arte que los dos hemos guardado
con celo tan sin fondo y tan amado.

Es su pintura y es el verso mío,
la letra y el color en amorío
sin que entre ambos exista desafío.

Sobre diversos tonos el polvillo
de oro del cielo, que deslía ovillo
y hacer rodar al sol, como un anillo

nupcial, en manos de la lejanía
prendiendo rayos, cuando muere el día,
en su fosforescente pedrería.

Difusa luz se filtra en el ocaso
y pareciera que, en un breve trazo,
el divino Hacedor le diera paso

a la sombra autumnal que la rodea;
y, al haber sido rubia, áurea presea,
el sol radiante se convierta en brea

¡Ah! Las flores silvestres de los prados,
menuditas y alegres, como dados,
o botones de nácar salpicados

de caprichosas o irisantes vetas,
que casi nunca se mantienen quietas
convertidas del céfiro en veletas,

Los trigales maduros, ondulantes,
cuyas harinas, en los panes de antes,
era el fiambre de los caminantes.

El haba verde, el choclo, la chauchita,
que se partía como la semita,
¿Eran los besos de otra andina Rita?

Y no quiero seguir porque el recuerdo
Es el atajo por el que me pierdo.
¡Hasta del agua que bebí, me acuerdo!

Eso en sus telas vive y nos visita,
cual si mirara ya desde La Ermita
donde nos dimos, tantas veces, cita.

Es atraer aquellos días idos;
es entrañarnos en la tierra, heridos
por algo tan sensible a los sentidos.

Es, en una palabra que no existe
confundirnos con todo lo que viste
reminiscencias, y sentirse triste.

Su pintura conversa y comunica;
les va dando a las cosas una rica
textura que en simpleza las explica:

Indios mansos en cerros desolados;
caballos en las trillas, desbocados;
labiando húmeda tierra, los arados.
Y el alma en la presencia de los seres.
Polleras voladoras de mujeres
que en el baile distraen padeceres.

Habla en color en poesía, cuenta
cosas que la palabra sólo intenta
decir, o por lo menos, aparenta.

¡Pintura y poesía, en gracia tanta
que al decir de Machado, cuenta y canta,
a la par que embellece y solivianta!

Ya nos veremos si es que Dios lo quiere,
mientras tanto precisa que yo espere
contestación, si acaso lo prefiere.

Y esto que sea sin mediar premura
para que deje hablar a su pintura
frente a la cual, espejo es la Natura.

Y, con esto, compadre, me despido.
Sólo quiero decirle que el olvido
nunca jamás conmigo ha convivido.

No será la primera ¡Quién lo sabe?
¡Rauda huella en el viento deja el ave!
¡Todo en la vida pasajera, cabe!


(Extraído de “El Poeta Espera Respuesta” 1985)

No hay comentarios.: